miércoles, 10 de enero de 2018

Reseña: "La vida del Buscón", de Francisco de Quevedo

La vida del Buscón” (o “Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños”) es una novela del género picaresco, escrita por Francisco de Quevedo, y publicada por vez primera en 1626.

Año mil seiscientos, Barroco y Siglo de oro… Estas habrán de ser las primeras palabras que evocará el lector al oír este título, pues es uno de los máximos exponentes de estas fechas y de su autor, reconocido durante tal tiempo y a día de hoy, como una de las figuras principales del barroco y el Siglo de Oro, junto a Lope de Vega y Luis de Góngora.
La historia es contada en primera persona de forma autobiográfica, por Pablos, quien, al comienzo nos, habla de sus padres, un barbero ladrón y su madre, a quien señalaban de realizar brujería. En la escuela, conoce a Don Diego, de quien se hace muy amigo y por ello decide abandonar la escuela para ir a vivir con la familia de este. Después, el padre de Don Diego, decide enviar a su hijo y a Pablos con un hermano, del cual huirán debido a su tacañería. Así, Pablos se convierte en criado de Don Diego. Al abandonar al tío, van a la escuela, donde juntos pasarán momentos amargos por las bromas, pero también otros fogosos.
Sin embargo, tiempo después, Pablos querrá marcharse del lado de su amigo y se aprovecha de una carta enviada por un familiar verdugo, quien le promete un buen cuidado. Pablos se encaminará en un largo viaje hasta Segovia, durante el cual se topará con diversas personas, a las cuales servirá hasta aburrirse, pasando por diversas vidas, siempre permitiéndonos apreciar la parte más ruin de las clases, cometiendo también él diversos actos pícaros. Durante toda la obra, nuestro protagonista brega por ascender a una mejor clase. Y de este tema se burla ingeniosa y sagazmente Quevedo, con numerosos actos y descripciones satíricas, irónicas y exageradas, acompañadas de un humor que vuelve ameno el desarrollo de una narración que se hace densa por culpa de las numerosas metáforas que acompañan la prosa, que presentan el lenguaje barroco característico de esa época.
Suceden muchos delitos los cuales no quedan penados por la ley o la justicia, a excepción de las desgracias que le ocurren al protagonista, que hacen que, además de compadecernos, también nos le burlemos. Esto es porque Quevedo no busca enseñarnos una moraleja sobre la justicia o el bien; sino, solo burlarse de la sociedad decadente de aquellos años.
Como mencioné antes, no debe acercarse a esta novela con la esperanza de hallar un mensaje moral o inspirador para la humanidad; sino, leerlo de una forma desinteresada en cuanto a valores y enseñanzas, de lo contrario podrá decepcionarse.
Durante ese período de la historia, España se vio envuelta en un periodo de decadencia económica, lo que conllevó a la desesperación de sus habitantes, debido a la migración y el embrollo en cuanto al mercado, la sustentación y la vida en esos años donde los picaros debieron verse en aumento, con tal de conseguir un avance social y económico.

Esta obra, pese a pertenecer a la narrativa picaresca, resulta una innovación en cuanto al género, puesto que altera ciertos rasgos clásicos del canon picaresco. Por ejemplo, a diferencia del Lazarillo de Tormes, aquí, el narrador se dedica también a contar cosas las cuales no presenció; su narrativa estilo realismo grotesco, en el cual las exageraciones y lo grotesco pululan…
Se debe leer la novela teniendo en cuenta estos aspectos, para ubicarse mejor en la trama y las situaciones, en una España brillante para el arte, mas opacada para los pobres.   
Recomiendo leer una edición con anotaciones a pie de página, pues de lo contrario podría quedarse perdido en medio de ese mar de metáforas, hipérboles y referencias. Por esto mismo, es una lectura algo compleja o ardua para algunos, pues no es tan sencilla y simple como otras; requiere de análisis y paciencia, debido a su lenguaje complejo para la época actual.    

miércoles, 3 de enero de 2018

Reseña: "Fragmentos para la historia de la filosofía", de Arthur Schopenhauer

Fragmentos para la historia de la filosofía”, es uno de los tratados filosóficos, compuesto de 14 parágrafos, que constituyen parte de la extensa última obra del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, publicado por vez primera en 1851, años anteriores a su muerte, durante los cuales logró el reconocimiento del que había sido privado durante la mayor parte de su vida.
En “Fragmentos para la historia de la filosofía”, Schopenhauer se dedica a estudiar y dar su opinión sobre ciertas figuras enmarcadas en la historia de la filosofía hasta ese entonces; desde los presocráticos hasta Kant y Hegel. A algunos les da méritos y a otros como a René Descartes les contradice.  


Durante el primer parágrafo, Schopenhauer, expone sobre aquellos eruditos que se dedican a cotorrear siempre las mismas palabras de los filósofos, limitándose a decir lo que ya todos saben, haciendo que los jóvenes estudiantes se inclinen más por leer a quienes explican el pensamiento de los intelectuales, en lugar de leer directamente a un autor.

“Leer toda clase de exposiciones de sus doctrinas, o la historia general de la filosofía, en vez de las obras originales de los filósofos, es como si uno se hiciera masticar la propia comida por otro.”

Partiendo desde este punto, sigue hablando del aporte de cada uno de los presocráticos, pasando por Sócrates, Platón, Aristóteles, el gnosticismo, hasta Descartes, Kant y otros. Se ha de destacar también que dedica una extensa parte para cuestionar a Dios, no solo el Dios del cristianismo, sino también dios en el panteísta, o criticando el ateísmo inclusive y el budismo. Analiza aquí, Arthur, la idea del creador y del mal y la relación que habría de existir entre ambos.

“Por el contrario, si un ser debe ser moralmente libre, no puede haber sido creado, sino que debe tener la aseidad, es decir, una existencia primordial existente en virtud de su fuerza y de su omnipotencia propias, y que no está subordinada a otra.”

Entre otros temas a cuestionar en esta obra, se encuentran el tiempo, la libertad, temas kantianos como el noúmeno y el fenómeno… Y hablando de ello, habrá de ser necesario, leer de vez en cuando al menos los meros conceptos sobre ciertos temas, puesto que el autor, en lugar de detenerse a recuperar definiciones, parte ya desde la idea de que el lector los conoce –en la mayoría de los casos–. Especialmente en el parágrafo 13, donde se dedica a analizar el pensamiento kantiano, en el cual, además de ello, se atreve a señalar los aspectos en los cuales Kant, figura a la cual Schopenhauer admiraba mucho y de la cual se considera sucesor, habría de errar.   
En su obra, Schopenhauer, se dedica, a la vez, a expresar su reticencia por la filosofía de Hegel y critica a esta, dejando ver la clara antipatía hacia este, por el cual se le recuerda, por la oposición de sus filosofías. Así, expresa que, pese a la malaventura, algún día sus obras y filosofía pasarán a tener el reconocimiento merecido, casi en forma profética.

“Privado de toda incitación externa, solamente el amor a mi obra ha mantenido mis esfuerzos durante los numerosos días de mi existencia, y no me ha permitido cansarme; entonces he podido mirar con desprecio la gloria ruidosa de lo malo. Pues, al entrar en la vida, mi genio me puso ante la elección de reconocer la verdad, pero no agradar a nadie con ella, o enseñar, con los demás, lo falso, entre seguidores que aplaudan.”

Este libro no pretende ser un ensayo en el cual se pretenda dar una cátedra simplificada de la filosofía, expuesta para alumnos, si no, meras reflexiones y análisis del autor sobre esta. Su lectura no resulta tan densa, excepto por ciertas partes en las cuales, Arthur Schopenhauer, se dedica a hablar sobre el pensamiento kantiano. Sin embargo, a mí me resultó amena para ver otras perspectivas sobre diversas corrientes y autores.