“La vida del Buscón” (o “Historia
de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de
tacaños”) es una novela del género picaresco, escrita por Francisco de Quevedo, y
publicada por vez primera en 1626.
Año mil seiscientos, Barroco y
Siglo de oro… Estas habrán de ser las primeras palabras que evocará el lector
al oír este título, pues es uno de los máximos exponentes de estas fechas y de
su autor, reconocido durante tal tiempo y a día de hoy, como una de las figuras
principales del barroco y el Siglo de Oro, junto a Lope de Vega y Luis de Góngora.
La historia es contada en primera
persona de forma autobiográfica, por Pablos, quien, al comienzo nos, habla de
sus padres, un barbero ladrón y su madre, a quien señalaban de realizar
brujería. En la escuela, conoce a Don Diego, de quien se hace muy amigo y por
ello decide abandonar la escuela para ir a vivir con la familia de este.
Después, el padre de Don Diego, decide enviar a su hijo y a Pablos con un
hermano, del cual huirán debido a su tacañería. Así, Pablos se convierte en
criado de Don Diego. Al abandonar al tío, van a la escuela, donde juntos pasarán
momentos amargos por las bromas, pero también otros fogosos.
Sin embargo, tiempo después,
Pablos querrá marcharse del lado de su amigo y se aprovecha de una carta
enviada por un familiar verdugo, quien le promete un buen cuidado. Pablos se
encaminará en un largo viaje hasta Segovia, durante el cual se topará con
diversas personas, a las cuales servirá hasta aburrirse, pasando por diversas
vidas, siempre permitiéndonos apreciar la parte más ruin de las clases,
cometiendo también él diversos actos pícaros. Durante toda la obra, nuestro
protagonista brega por ascender a una mejor clase. Y de este tema se burla
ingeniosa y sagazmente Quevedo, con numerosos actos y descripciones satíricas,
irónicas y exageradas, acompañadas de un humor que vuelve ameno el desarrollo
de una narración que se hace densa por culpa de las numerosas metáforas que
acompañan la prosa, que presentan el lenguaje barroco característico de esa
época.
Suceden muchos delitos los cuales
no quedan penados por la ley o la justicia, a excepción de las desgracias que
le ocurren al protagonista, que hacen que, además de compadecernos, también nos
le burlemos. Esto es porque Quevedo no busca enseñarnos una moraleja sobre la
justicia o el bien; sino, solo burlarse de la sociedad decadente de aquellos
años.
Como mencioné antes, no debe
acercarse a esta novela con la esperanza de hallar un mensaje moral o inspirador
para la humanidad; sino, leerlo de una forma desinteresada en cuanto a valores
y enseñanzas, de lo contrario podrá decepcionarse.
Durante ese período de la
historia, España se vio envuelta en un periodo de decadencia económica, lo que
conllevó a la desesperación de sus habitantes, debido a la migración y el
embrollo en cuanto al mercado, la sustentación y la vida en esos años donde los
picaros debieron verse en aumento, con tal de conseguir un avance social y
económico.
Esta obra, pese a pertenecer a la
narrativa picaresca, resulta una innovación en cuanto al género, puesto que
altera ciertos rasgos clásicos del canon picaresco. Por ejemplo, a diferencia del
Lazarillo de Tormes, aquí, el narrador se dedica también a contar cosas las
cuales no presenció; su narrativa estilo realismo grotesco, en el cual las
exageraciones y lo grotesco pululan…
Se debe leer la novela teniendo
en cuenta estos aspectos, para ubicarse mejor en la trama y las situaciones, en
una España brillante para el arte, mas opacada para los pobres.
Recomiendo leer una edición con
anotaciones a pie de página, pues de lo contrario podría quedarse perdido en
medio de ese mar de metáforas, hipérboles y referencias. Por esto mismo, es una
lectura algo compleja o ardua para algunos, pues no es tan sencilla y simple
como otras; requiere de análisis y paciencia, debido a su lenguaje complejo
para la época actual.