“Fragmentos para la historia de la
filosofía”, es uno de los tratados filosóficos, compuesto de 14 parágrafos,
que constituyen parte de la extensa última obra del filósofo alemán Arthur
Schopenhauer, publicado por vez primera en 1851, años anteriores a su
muerte, durante los cuales logró el reconocimiento del que había sido privado
durante la mayor parte de su vida.
En “Fragmentos para la historia de la
filosofía”, Schopenhauer se dedica a estudiar y dar su opinión sobre
ciertas figuras enmarcadas en la historia de la filosofía hasta ese entonces;
desde los presocráticos hasta Kant y Hegel. A algunos les da méritos y a otros
como a René Descartes les contradice.
Durante el primer parágrafo, Schopenhauer,
expone sobre aquellos eruditos que se dedican a cotorrear siempre las mismas
palabras de los filósofos, limitándose a decir lo que ya todos saben, haciendo
que los jóvenes estudiantes se inclinen más por leer a quienes explican el
pensamiento de los intelectuales, en lugar de leer directamente a un autor.
“Leer toda clase de
exposiciones de sus doctrinas, o la historia general de la filosofía, en vez de
las obras originales de los filósofos, es como si uno se hiciera masticar la
propia comida por otro.”
Partiendo desde este punto, sigue
hablando del aporte de cada uno de los presocráticos, pasando por Sócrates,
Platón, Aristóteles, el gnosticismo, hasta Descartes, Kant y otros. Se ha de
destacar también que dedica una extensa parte para cuestionar a Dios, no solo
el Dios del cristianismo, sino también dios en el panteísta, o criticando el
ateísmo inclusive y el budismo. Analiza aquí, Arthur, la idea del creador y del
mal y la relación que habría de existir entre ambos.
“Por el contrario, si
un ser debe ser moralmente libre, no puede haber sido creado, sino que debe
tener la aseidad, es decir, una existencia primordial existente en virtud de su
fuerza y de su omnipotencia propias, y que no está subordinada a otra.”
Entre otros temas a cuestionar en
esta obra, se encuentran el tiempo, la libertad, temas kantianos como el
noúmeno y el fenómeno… Y hablando de ello, habrá de ser necesario, leer de vez
en cuando al menos los meros conceptos sobre ciertos temas, puesto que el autor,
en lugar de detenerse a recuperar definiciones, parte ya desde la idea de que
el lector los conoce –en la mayoría de los casos–. Especialmente en el parágrafo
13, donde se dedica a analizar el pensamiento kantiano, en el cual, además de
ello, se atreve a señalar los aspectos en los cuales Kant, figura a la cual Schopenhauer
admiraba mucho y de la cual se considera sucesor, habría de errar.
En su obra, Schopenhauer, se dedica,
a la vez, a expresar su reticencia por la filosofía de Hegel y critica a esta,
dejando ver la clara antipatía hacia este, por el cual se le recuerda, por la
oposición de sus filosofías. Así, expresa que, pese a la malaventura, algún día
sus obras y filosofía pasarán a tener el reconocimiento merecido, casi en forma
profética.
“Privado de toda
incitación externa, solamente el amor a mi obra ha mantenido mis esfuerzos
durante los numerosos días de mi existencia, y no me ha permitido cansarme;
entonces he podido mirar con desprecio la gloria ruidosa de lo malo. Pues, al
entrar en la vida, mi genio me puso ante la elección de reconocer la verdad,
pero no agradar a nadie con ella, o enseñar, con los demás, lo falso, entre
seguidores que aplaudan.”
Este libro no pretende ser un
ensayo en el cual se pretenda dar una cátedra simplificada de la filosofía,
expuesta para alumnos, si no, meras reflexiones y análisis del autor sobre
esta. Su lectura no resulta tan densa, excepto por ciertas partes en las cuales,
Arthur
Schopenhauer, se dedica a hablar sobre el pensamiento kantiano. Sin
embargo, a mí me resultó amena para ver otras perspectivas sobre diversas
corrientes y autores.
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