“Madame Bovary”, es una
novela publicada en 1856, por el autor
francés Gustave Flaubert.
Una obra que es considerado por
muchos, tanto lectores como escritores, un magnifico clásico de la literatura,
que logra una narración esplendida y esplendidas emociones. Desde Henry james
hasta Vargas Llosa la han elogiado. La protagonista, al igual que el libro,
dicen que, o los amas o los odias, debido a los hechos que se desenvuelven
durante la trama por parte de su personaje principal. No porque está mal escrita,
sino por cierto valor ético o moral, relativos a su actitud.
Como su nombre lo indica, la
novela cuenta la vida de Emma Bovary. Al principio se nos muestra la historia
de un hombre pobre y no muy vivaz, llamado Charles Bovary; un médico, que viaja
a Tostes y allí atiende a un hombre enfermo, el cual después, vista la relación
que tenía con su hija, se la entrega en matrimonio a Charles. Dicha mujer se
llama Emma, y se convierte en la señora Bovary. Ella llevaba una vida entregada
a los libros, leyendo infinidad de novelas románticas, donde las pasiones
pululaban fogosas, creando en ella ilusiones y utopías sobre el amor. Creyendo
por ello, que al casarse, podría hacer de su cotidianidad una réplica bella de
aquellas novelas que se dedicaba a leer, esperanzadora.
“Habituada al sosiego de la vida
se sentía atraída, por contraste, por sus aspectos turbulentos. Si le gustaba
el mar era a causa de sus tempestades, y el verdor de los campos solo cuando
brotaba salpicando entre ruinas. Necesitaba poder extraer de las cosas una
especie de provecho personal y rechazaba por inútil todo cuanto contribuía al
consumo fulminante de su corazón, y siendo como era de condición más
sentimental que artística, prefería emociones a paisajes.”
No obstante, los anhelos creados
a costa de ignorancia disfrazada por las novelas de amor, no son suficientes
para alterar la realidad, ni para saciar a Emma. Al contrario, solo sirvieron
para que la realidad le desilusionase, puesto que al contraer matrimonio, ve
que la vida no era como ella se la esperaba. Charles, su esposo, no resulta ser
aquel esposo que ella deseaba y que se imaginaba a base de las ficciones. Ella
deseaba pasiones, empero no consiguió tal cosa. Por lo cual, abrumada por el
agobio de su existencia que, pese a estar en pareja, se torna solitaria, ya que
su esposo no es un hombre que le inspirase amar, gracias a otros hombres Emma
comienza a regar sentimientos semejantes a los que deseaba. Y, pese a que se
niegue a sucumbir a la tentación del engaño, termina traicionando sus botos,
entregándose al amor proveniente de terceros.
Su aburrido amor la lleva a engañar
a su esposo, y por lo cual, pese a las frustraciones, Emma tiene diversos
amantes con los cuales intentará saciar su desilusión y sus utopías novelescas.
Algunos podrán odiar a Emma por ello; en cambio otros la amarán. En mi caso, yo
no pude odiar a Madame Bovary, gracias a la prosa con la que Flaubert describía esas pasiones de
Emma, transmitiéndome los mismos sentimientos de ella, haciendo que me apegase
mucho a la historia. Sin embargo, por momentos me causaba enojo el
comportamiento suyo con Charles. Esto porque, aunque Charles no es el mejor
ejemplo de amado, él intentaba a veces brindarle cariño –siendo tarde para ello–;
mas la reacción de evitación de Emma, me generaba lástima por él.
El libro se divide en tres
partes. La primera parte es la introducción y formación del matrimonio Bovary;
la segunda explica el sufrimiento de Emma y las primeras muestras de su
infidelidad; mientras que en la tercera (y a mediados de la segunda), podemos
apreciar a la perfección cómo cambia la vida de Emma, por sus amantes. Debo
aclarar que no es que tenga varios amantes a la vez. Si no que conocerá a más
de uno, que llegaran cada uno a su debido tiempo.
“Y se preguntaba también si no
habría sido posible por algún capricho de la suerte, encontrar otro marido
distinto. Y procuraba imaginarse cómo habrían discurrido esos acontecimientos
que no habían tenido lugar, cómo podría haber sido esa vida diferente, ese
hombre al que no había llegado a conocer.”
Cuando empecé a leer la novela,
me estaba desesperando, no porque fuese mala o sus personajes fuesen
irritantes, sino porque al oír tantos elogios sobre ella, yo quería toparme
inmediatamente con la acción y el drama. Y me estaba resultando frustrante, ya
que al comienzo, la narración es lenta –porque así lo exige–, ya que es, como
indiqué, la introducción al matrimonio. Por esto, la obra, al principio puede
no enganchar a aquellos que buscan novelas que pasen deprisa a la acción y el
drama. Se dedica más a anidar los sentimientos durante ese momento que a crear
problemas. Eso no quiere decir que me haya resultado aburrida; al contrario, se
me hizo llena de pasiones y melancolías, las cuales, gracias a la prosa pude
saborear y disfrutar bastante. Solo que tuve que guardar paciencia, hasta que
llegase en verdad el desenvolvimiento de las angustias.
Por ello, pensé que no iba a
disfrutar de ella, y antes de acabar la primera parte, decía “dónde está
aquello que Vargas Llosa describe como «una obra maestra, escrita a partir de
alguien que no tenía talento y que va construyendo su talento a base de
perseverancia».”
Sin embargo, al terminarla, quedé
maravillado. Si bien no la aprecio tampoco como la mayor obra que haya leído,
sí me conmovió mucho la vida de Emma. Y de decir que, lo más destacable que
encuentro en ella, es, sin duda alguna, además del drama, la bella y poética
prosa con la que Gustave Flaubert la escribió. Como dijo Vladimir Nabokov:
«estilísticamente es prosa haciendo lo que se supone que hace la poesía».
Aunque esto pueda sonar de forma peyorativo desde cierta perspectiva, es
preciso citar a Milan Kundera: «No fue hasta la obra de Flaubert que la prosa
perdió el estigma de inferioridad estética. Con Madame Bovary, el arte de la
novela ha sido considerado igual al arte de la poesía».
Gustave Flaubert, autor
de una obra aclamada por millones, consigue con su prosa y sus sentimientos, la
creación de un libro como Madame Bovary, que me maravilló, por
cómo está construido y que sé que a más de uno gustaría.
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