domingo, 10 de diciembre de 2017

Reseña: "El Paraíso en la otra esquina", de Mario Vargas Llosa

El Paraíso en la otra esquina”, es una novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicada en marzo de 2003.

Tercera vez que tengo el gusto de leer y reseñar una obra de este hombre y es una dicha el que la satisfacción siga en línea recta, sin defraudarme aún; empero, no supera a mi última obra leída de él: La casa verde. Aunque, como mi fin no es compararla con esta última ni que la supere, me limitaré a expresar que fue una buena elección y me satisfizo mucho.
Esta novela consta de dos historias paralelas: por un lado se nos narra la historia de Flora Tristán y por el otro, el de su nieto, Paul Gauguin. Ambos son personajes históricos y el escritor busca que los sucesos literarios sean leales a la realidad. Flora es una mujer valiente, inteligente y líder admirable; en el libro se nos muestra su constante lucha por la defensa de los derechos de las mujeres y los obreros, en medio de una época en la cual las mujeres no reinaban en lugar más allá del hogar y de la subordinación machista, y de la ingratitud burgués con los obreros mal pagados, los cuales, además, no se preocupan por defender sus derechos. Y es Flora quien se esfuerza por esto, de despertarlos y ver la injusticia en la que viven, aunque su libertad, orgullo o fama dependan de ello. Una mujer digna de ser recordada y apreciada, debido a sus hechos precursores del feminismo y el socialismo. Curiosamente, yo no sabía de su existencia sino hasta esta lectura.
Del otro lado, Paul Gauguin es un pintor que no descubre su arte y condición de humano sino hasta después de los treinta. Pues es a esa edad que se comienza a interesar por él y huye de esa cotidianidad de la clase alta. Abandona su trabajo en la bolsa de valores –y en cadena, también a su esposa–, para dedicarse a ese sueño tardío de explorar su pintura. Para ello, abandona esa condición de vida noble que lo retiene de explayar su alma como en verdad le gustaría que fuese, alejado de esas normas morales llenas de prohibiciones, pecados y señalaciones. Pasa de ser, como él lo dice, un rico a ser “un salvaje”. Se mantendrá viviendo en Tahití y ciertas islas de occidente, rodeado por comunidades indígenas, las cuales el cristianismo aún no logra despojar de sus costumbres salvajes e impuras donde pululan dioses y ritos donde la libertad florece, tanto en el sexo como en las emociones. Y es esta vida sin atenerse a opresivas morales, que hacen que Paul quiera reflejar su ser y pasiones en su arte.
En el libro hay numerosas escenas sexuales, las cuales, pese a no ser tan minuciosas, logran describir la pasión vivida en esos instantes. Y hablando de ello, el sexo y la homosexualidad es uno de los temas que alcanza a rozar el libro, junto al catolicismo que, desde la perspectiva de los protagonistas, es una doctrina que nos retienen de la libertad y nuestros ideales. Esto además de, claro, la profunda crítica a la injusticia, tanto desde los ojos de Flora Tristán, enfocándose en el feminismo y socialismo y desde los ojos de  Paul Gauguin, en cuanto a las pasiones y el arte.
Gracias a esta obra podemos sentir lo mismo que sintió Paul cuando pintó diversos cuadros que, más allá de su estética, guardan un valor simbólico que se nos desvela conmovedoramente; y lo mismo que sintió Flora Tristán ante su lacerado marido, quien quiso matarle e hizo que repudiara el sexo y se viese imposible de amar a un hombre.
Aquí, Mario Vargas Llosa, maneja una prosa emotiva, que nos hace acompañar a estas figuras en sus momentos más difíciles, transmitiéndonos esos nervios, miedos y desesperaciones vividos por dos personas hace años. Es imposible no envolverse en esta trama tras cada capítulo, donde somos testigos de cada suceso. Me hizo estar atento a cada palabra, en especial en las últimas líneas, donde ese paraíso y esas biografías más irradiaban, a punto de acercarse al punto que indicaba el final.
En la novela se hacen referencias a ciertos personajes históricos más –a veces hasta entran a participar en la historia–, tales como Karl Marx o  Vincent van Gogh. En el caso de este último, no se le llama por su apellido, si no por su nombre y por cierto apodo el cual no desvelaré, para que sea el lector quien lo descubre; le será fácil, porque además se usan frases reales que van Gogh dijo sobre la obra de Gauguin.

Cada uno, pese a sus diferencias y lejanías, tanto cronológicas como cualitativas, conservan coincidencias: la lucha por ese paraíso en el cual se vislumbran sus deseos en esta vida, sin aguardar a encontrarlos al morir. Cada uno defiende hasta la muerte sus utopías, las cuales les impulsan a seguir. Por una parte, Flora lucha por la extinción de la injusticia con las mujeres y los obreros, y por el otro, Paul busca la perfección de su arte en el cual se refleje su vida, pero antes de ello, consiguiendo una vida la cual le satisfaga, en medio de esa comunidad indígena; cada uno es feliz a su manera, tanto Flora como Paul. 
Y precisamente este el argumento central de la obra. El ideal humano perfecto; la utopía; esos sueños que luchamos por realizar, mostrándonos que requerimos de esas idealizaciones, a pesar de las fatalidades, conmoviéndonos a través de las letras que muestran el brego de ambos personajes.
Me hacen falta palabras para terminar de expresarme sobre esta novela. Pese a su tamaño, lo leí rápido, gracias a la prosa e historia que me retenían de descansar y dejar a la espera el desenlace de aquellas dos vidas, las cuales, aunque lejanas, coinciden en aquella utopía característica de los humanos.  

viernes, 1 de diciembre de 2017

Crítica: "En pie de guerra", de Carlos Cuauhtémoc Sánchez

En pie de guerra” es un libro publicado en 2006 por el autor mexicano Carlos Cuauhtémoc Sánchez, perteneciente a la saga “Sangre de Campeón”.

Desde mis inicios en el institutos nos han impuestos libros de Carlos Cuauhtémoc, en los cuales se nos prometían novelas emocionantes, cargadas de valores y enseñanzas, donde, a la hora de hablar de estos, se mencionaba mil veces más las “enseñanzas” antes que los otros factores igualmente importantes como la trama, el desarrollo de la historia, la prosa, la narración, los personajes… eclipsando la ética a la estética. ¿Y esto por qué? Porque cada uno de los libros de la saga de Sangre de Campeón, lo único en lo que buscan resaltar, es en las moralejas “bonitas”, puesto que carecen de todo lo demás –e inclusive, las enseñanzas que se buscan a dar no es que sean hechas de forma ingeniosa o muy sinceras…  
En esta ocasión me han dejado a leer un nuevo libro de este señor –que por suerte es el último que me impondrán de él–. Gracias a esto les presento esta crítica. En el momento en que lo tuve en mis manos, debido a que el año anterior tuve que leer “Un grito desesperado” (el título describe perfecto cómo quedé al leerlo), pensé en malas expectativas. Y sin embargo, decidí  olvidarme de ello y solo adentrarme a mi tarea, pensando hasta en hablar de él al acabarlo.
La historia es acerca de la vida de Felipe y cómo se enfrenta a las drogas día a día, rodeándoles estas siempre sin percatarse. Y hablando de Felipe, es puntual comenzar diciendo que, los personajes, incluyendo al propio Felipe, ¡son capaces de acumular información aprendida de memoria! Esto porque son personajes difíciles de creer, los cuales en verdad carecen de notabilidad o por lo menos de personalidad. Y en el momento en que empiezan a hablar sobre las drogas, es mucho peor; en ese instante pareciera que, en lugar de ser una persona contándole a la otra, fuese una computadora recitando un texto de Wikipedia o El rincón del vago.
Al ser run libro cuyo fin principal es tocar un tema específico, de forma educativa, y hacer que los lectores se interesen y adentren a él, debería de cuidar que las partes en las que empieza a abordar dicho tema, no se haga tedioso o se perdiese esa conexión lograda por quienes hablan y pase a parecer un aburrido documental. En pie de guerra cae en este error. Libros con esta misma forma como “El mundo de Sofía”, si bien es cierto que se explayan mucho sobre la información, por lo menos durante dicha exposición de conocimientos, no se siente tan densa la cátedra. Pero Cuauhtémoc, al parecer nunca leyó obras de ese estilo. A veces la catedra sobre las sustancias psicoactivas no encaja con el momento, tornándose incomoda.  
Incluso, cómo es posible que mientras una niña se esté muriendo por sobredosis, el doctor, en lugar de estar pendiente a su trabajo y a los afectados, se empeñe en tomarse largos minutos para hablar extensamente de una droga, como si tuviese al frente eruditos que no les importa la salud de la muchacha, sino aprender sobre las drogas; y encima, quienes le oyen, en vez de reaccionar nerviosos y aterrados tras cada palabra agobiante, volcán toda su atención sin inmutarse y cuando llega la hora de reaccionar, el narrador describe unas cuantas preocupaciones inverosímiles apenas. Además, en otro capítulo, a la prima de Felipe, Itzel, la piropea un sujeto que se sospecha de ser responsable de haber drogado a la jovencita que se moría, y el tío, en lugar de demostrar inquietud o cólera, como haría cualquier caballero u hombre irracional, casi ni reacciona.
La narración es pobre. Está en primera persona, siendo Felipe el encargado de ello y aun así, por momentos se siente como si fuera un narrador omnisciente en tercera persona, pareciendo que quien escribió no tuviese experiencia en la escritura, por tal ambigüedad fácilmente evadible que genera. Los eventos y giros suceden raudos. Por ejemplo, en el mismo día en que a Felipe casi se mete en un problema, porque encontraron en su casillero drogas, la chica que lo defiende, a la salida le invita a una fiesta, y en la siguiente página ya se encontraban bailando. Y lo peor es que dicha chica, llamada Jennifer, le confiesa a Felipe que está enamorada de él. Pero… ¡ese amor no se lo cree ni cupido enguayabado! En lugar de tomarse un tiempo para hablar de ese romance y cómo esos sentimientos fueron germinando en el corazón de los dos adolescentes, o dar una introducción sobre esto, para hacer más creíble o enganchar y crear más apego por esa relación, ya que no termina de convencer, el autor decide limitarse a contar cuando esta le dice que le ama y cuando él nos confiesa que siempre la había amado –expresado de forma simple, que no trasmite nada.   
Y no es solo en ese amorío pobre que ocurre; durante todo el desarrollo la prosa carece de descripciones que logren hacer afable las palabras.  
Otro defecto yacente en la obra es cierto grado de petulancia y discriminación hacia grupos como los emos, darks y metaleros. En una parte, mientras Felipe caminaba por una calle llena de puestos de este tipo, asustado, hace el siguiente comentario al narrar:
“Procuro calmarme y pensar que se trata solo de jóvenes comunes y corrientes.”
A ver… Aunque hagan actos extrovertidos o cosas que resulten llamativas o raras, eso no quiere decir que sean alienígenas provenientes de alguna estrella mórbida a años luz de distancia cuya cultura resulta tan alejada de la humana. También, Cuauhtémoc, al describir a los metaleros, no pudo haber encontrado otra forma más patética e ignorante, diciendo que son sujetos que siempre andan con camisas de bandas de metal y que “escuchan  Thrash metal, Death metal y todo lo que termine en metal”. ¡Por favor, qué pedazo de descripción acerca de una persona que escuche Metal! Esperen… ¿que los metaleros también pueden vestir con ropas que no sean negras y esta es una forma muy banal y anticuada de referirse a ello, notándose que se es un desinformado prejuicioso? ¡Pues claro, señor Carlos Cuauhtémoc!  
Y como si no fuese suficiente, faltan los dos últimos puntos negativos a nombrar; la cereza en el pastel. A partir de este punto se presentan spoilers que podrían arruinar la experiencia para quienes deseen leerse por su cuenta el libro, así que recomiendo, si no desean saber ciertos aspectos finales, detenerse aquí e ir hasta los renglones concluyentes.  
El desenlace es un pobre cliché. Es el típico caso en el cual la niñita inocente, que no mataría ni una mosca, termina siendo la autora intelectual del crimen, acompañada de otra trivialidad: lo hizo porque estaba enamorada del protagonista; siempre lo estuvo, mas él ni siquiera sabía que existía, y por ello, llena de celos y enojo, debía matar a la competencia, la mujer que era dueña del corazón de su “crush”, porque le guardaba envidia, ya que era lo que ella quería ser y además tenía el corazón de Felipe.  
Y en la cima se encuentra que, diversos sucesos se resuelven de manera sencilla. Desarrollo de casos innecesarios que aunque aporten información, no tienen una justificación de ser. Es decir: Deus ex machina. Y si bien, es cierto que hay escritores que usan este recurso, al menos algunos lo hacen de forma entendible o perdonable, como es el caso de algunos griegos (Eurípides, Sófocles…). Pero en el caso de Carlos Cuauhtémoc, el descarado recurre mucho a él. Hasta para cerrar el basurero. Al final, Felipe está a punto de ahogarse, porque cayó al agua borracho (vaya idiota donde hubiese muerto así; aunque hubiese sido hasta un mejor final eso), de la nada llega un ángel llamado Ivi (literalmente, tal cual, un ángel) y le sermonea acerca de alcohol y su estupidez, salvándole la vida. Este ángel es un personaje que aparece en el primer libro de la saga: “Sangre de campeón”, por lo cual para quienes no lo hayan leído se les tornará sumamente raro e inexplicable. Esto da la impresión de que la obra no lograse sustentarse por sí misma sin recurrir a personajes olvidados de tres libros atrás. Pareciera que al escribir ese capítulo, el autor estuviese desesperado por encontrarle salvación a su personaje y recuerda que tiene un ángel; sirviendo Ivi de “Deus ex machina”.

Cuando estás a punto de ahogarte, pero te salva
el ángel que conociste años antes.

Oh, y la moraleja, ese aspecto positivo que los fanáticos de la saga idolatran, en realidad, no es tan buena, ya que, si bien dice que no consumamos drogas (pero, eso es algo que hasta un violador podría decir y nadie le aplaude), la forma en que lo da a entender, es de una forma muy radical, en el sentido que prohíbe de forma severa hasta el alcohol y las bebidas energéticas, como si fuesen el mayor pecado realizable por un humano. El mismo Felipe lo dice, al prometer que nunca tocará siquiera aun mínima gota de cebada: “Y eso jamás cambiará…”. Ello, acompañado de la notable religiosidad extremista. No he dicho que la religión esté mal, si no que cuando se dice de forma tan radical, al igual que cada cosa en la vida, resulta ofensivo e incómodo.  

No obstante, no todo es malo. Entre los aspectos positivos del libro están:
…. Que es el último libro de la saga que escribe este man :v (Okno).
En realidad, entre las cosas que le darían puntos, en la cima se posa su tema: las drogas. Es un tema amplio y del cual se le debe hablar a los jóvenes; es cierto. Aun así, no es tampoco un manual implacable y minucioso sobre ellas, como lo quieren dar a vender las editoriales y el propio creador, cuando dice que su libro “no puede faltar en tu biblioteca”. En lo personal, considero pedante el que un autor se exprese de su obra diciendo que es indispensable, puesto que en lugar de sentenciar afirmaciones narcisistas, debería permitir que fuese el lector mismo quien decidiese si obtenerlo o no –esto no implica que deba dudar entonces de su calidad, aunque en el caso de Cuauhtémoc… sí se debe dudar de su calidad, ya que no tiene tal cosa.
Pese a la ignominia expresada, debo admitir que la parte en que Felipe y su padre van a un centro de estudio de drogas y se topan con un muralista, es rescatable. El mural del pintor es ingenioso, debido a su creativa interpretación.    
Además, lo bueno es que al ser un libro sencillo de leer, sirve para adentrar a alguien en la lectura –pero habiendo mejores opciones–; El error está cuando se estancan en lecturas de este tipo.
Una obra simple, no muy trabajada más allá de la recopilación de información. No la recomendaría, salvo por su tema. No le daré ninguna calificación, puesto que esto no es una reseña; pretendo sí dar mi opinión de la obra, empero no en sentido calificativo sino, analizador y estructural. No obstante, creo que está muy claro que no me gustó –tampoco es que sea la peor cosa que haya leído.   


lunes, 27 de noviembre de 2017

Reseña: "Angelitos empantanados o historias para jovencitos", de Andrés Caicedo

Angelitos empantanados o historias para jovencitos”, es una obra póstuma del escritor colombiano Andrés Caicedo.
Es una de las obras más famosas del escritor, más que por su originalidad quizás por su valor simbólico y representativo de una sociedad. Es una novela que se divide en tres capítulos: “El pretendiente”, “Angelita y Miguel Ángel” y “El tiempo de la ciénaga”.
Cuenta la historia de Angelita y Miguel Ángel, dos jóvenes de la clase alta, quienes se enamoran y se topan con las trivialidades del amor juvenil, y con la bruma existencial que se les presentan en medio de aquel aburrimiento que les brinda la fortuna, puesto que pese a las fiestas, los amigos, los lujos, se hallan con agonías. Podría decirse que pese a tener una vida burgués, llevan una existencia aburrida.
La primera parte del libro es narrada por un enamorado de Angelita y sin embargo sus planes no resultan tan gratificantes para ese amor, mas sí para su futuro. En este pasaje, el escritor nos desvela una visión sobre el destino de los amados, que consiguen triunfar sobre las esperanzas del frustrado “Pretendiente”.  
Luego, en el segundo pasaje, entran a describir a profundidad la vida de Angelita: su alcohólico padre; su frustrada madre; su extraño hermano… y sus complejos, que son aliviados por el drama del amor con Miguel Ángel, del cual se nos ilustrará durante los dos capítulos finales, contándosenos los problemas y destinos por los que pasará aquel amor.

«Y mi mundo mide 3x1.76 metros. Y mi mundo posee 3 centímetros de cielo limpio, más allá de los árboles, más allá de los edificios de 52 pisos que levantaron al otro lado del alambre de púas, y que me robó casi todo el cielo de mi mundo».


Miguel Ángel, es un muchacho que vive con una madre que permanece desalentada y en cama, curioso por nuevas amistades; Angelita, una joven que se enfrenta a una situación familiar difícil. Algo que puede sonar absurdo a simple vista, pero que toma sentido al leerse el libro, es el detalle que, ambos personajes poseen el cuidado de policías en sus casas y el que Angelita le pide el favor a Miguel Ángel que siempre le despierte a cierta hora, ya que, por su propia cuenta le es imposible y cuando su papá se encarga de ello, sus padres terminan pelándose.     
La novela a simple vista puede parecer simple; empero, es el reflejo de las experiencias juveniles. La prosa de Caicedo, la vida de los personajes que, pese a parecer simple, se desenvolverá en dramas, y que sirve como reflejo en menor grado, de la violencia y conflictos de Cali, por aquellas épocas de 1970, donde aquellos jóvenes burgueses interactuaban con muchachos conflictivos de la clase baja, llenos de problemas y malicias, donde descubrimos un paralelo entre diferentes clases sociales, pero que, al final, terminan igualmente en angustias.
El libro es fácil de leer y da la impresión de que vaya dirigido más a un público semejante a los protagonistas de la historia. Su lectura me pareció afable, por la forma en que se construye y desarrolla. Si bien no es lo mejor de su autor, sirve como introducción a su literatura y como lectura amena, ligera; no obstante, con la calidad literaria característica de Andrés Caicedo.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Reseña: "Apología de Sócrates", de Platón

Apología de Sócrates”, es una obra del filósofo Platón, encargada de narrar cierta perspectiva de la defensa de Sócrates ante el tribunal ateniense, que le acusaban de corromper a la juventud y no creer en los dioses griegos.  

«Si creéis que matando a los hombres evitaréis que alguien os reproche vuestra vida irregular, no razonáis con rectitud. Pues vuestro comportamiento no es eficiente ni digno, y sólo hay uno más bello y noble: tratar de que cada uno llegue a ser lo mejor posible. »


Sócrates, el filosofa probablemente más importante para la historia de la filosofía en occidente, puesto que es este quien consigue imponer un comienzo a esa racionalidad que se venía presentando años antes por parte de sus antecesores, los llamados presocráticos. Y este apelativo sirve para reiterar su importancia en el tiempo. Es en esta obra que nos dirigimos a un periodo importantísimo de la historia, donde verdaderamente la filosofía pasa a crear al primer eterno Sócrates, puesto que es con este suceso, con su muerte, que nace el Sócrates eternizado y aclamado por muchos que los eruditos conservan hasta hoy y conservarán hasta el mañana lejano, sin que deje de causar interés, tanto su vida como sus pensamientos, los cuales vendrían a ser lo mismo que su propia vida, puesto que durante la defensa de su existencia, estaba también intentando salvaguardar su razón, que era lo que le otorgaba vida y lo que se encargó de inmortalizar su vida, la cual se fundió con los otros aspectos.
Leí este libro por vez primera a mediados de este año, y ya que lo releí este mes en busca de cierta frase que no había señalado, aprovecho para –además de volver a jactarme con sus páginas–, hacerle una reseña a tal creación, digna de ser reseñada, estudiada, y aplaudida.  
La obra parte desde la propia voz de Sócrates, quien desde el inicio domina audazmente el tema, buscando su salvación; mas no humillándose ante sus acusadores, si no, demostrando con razón por qué los cargos por los que se le señalan son insustanciales, llegando hasta a dejar en ridícula las afirmaciones de sus acusadores, gracias a su construida argumentación.
En este dialogo socrático, el protagonista se expresa de una manera emotiva, donde se llega a sentir exaltada la filosofía y la sabiduría, por la forma en que se refiere a ellas y da valor de sus importancias. Además de ello, aparece aquí la célebre frase: “Solo sé, que nada sé”, donde más que admitir su ignorancia para abrirse a la adquisición del conocimiento, Sócrates responde a la incógnita que circundaba por el pueblo sobre si él era el más sabio de los hombres.
Tal incógnita fue contestada en afirmación por el oráculo de Delfos. Y como este –tenían la creencia los atenienses– jamás se equivocaba, Sócrates se dio, curioso, a la tarea de hallarle significada a tal premisa, puesto que no se consideraba tal cosa. Entonces nuestro filosofo acude donde los hombres que se jactaban o señalaban como los más sabios de Grecia, entre los que he de destacar a los poetas. Sócrates vio que en realidad estos no eran tal cosa que decían ser y hasta los encontraba inferiores en cuanto a cualidades cognoscentes. Y es entonces cuando por fin interpreta lo dicho por el oráculo: él era más sabio que todos los otros que se ufanaban de su saber, puesto que, pese a no saber mucho, era cognoscente de su ignorancia y al aceptarla, esto le acercaba más al conocimiento en el sentido que le permitía sobrepasar a aquellos pretencioso; por ende, era sí cognoscente y sabio, ya que no negaba su desconocimiento. Y por ello termina diciendo “solo sé que nada sé”. Aunque la frase en verdad es más larga, y esta que leemos es una síntesis de la original, la cual es la siguiente:
“Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe [nada]. Por otra parte, yo, que igualmente no sé [nada], tampoco creo [saber algo].”
Así, el filósofo logra contradecir el argumento acusatorio, en un extenso discurso que consigue darle la vuelta a la verosimilitud de las declaraciones. Pese a su prolongamiento, esto es necesario para que su defensa sea hermética. Alguien le pregunta:     
«¿No te avergüenza, Sócrates, el que te veas metido en estos líos a causa de tu ocupación y que te está llevando al extremo de hacer peligrar tu propia vida?»
A éstos les respondería, y muy convencido por cierto:

«Te equivocas completamente, amigo mío, si crees que un hombre con un mínimo de valentía debe estar preocupado por esos posibles riesgos de muerte antes que por la honradez de sus acciones, preocupándose sólo por si son fruto de un hombre justo o injusto. Pues, según tu razonamiento, habrían sido vidas indignas las de aquellos semidioses que murieron en Troya, y principalmente el hijo de la diosa Tetis, para quien contaba tan poco la muerte, si había que vivir vergonzosamente, que llegó a despreciar tanto los peligros, que, deseando ardientemente matar a Héctor para vengar la muerte de su amigo Patroclo, a su madre, la diosa, que más o menos le decía: "Hijo mío, si vengas la muerte de tu compañero Patroclo y matas a Héctor, tú mismo morirás, pues tu destino está unido al suyo”. Después de oír esto, tuvo a bien poco a la muerte y el peligro, temiendo mucho más el vivir cobardemente que el morir por vengar a un amigo, replico: “Prefiero morir aquí mismo, después de haber castigado al asesino, que seguir vivo, objeto de burlas y desprecios, siendo carga inútil de la tierra, arrastrándome junto a las naves cóncavas”.»

Cabe aclarar que, esta no es una obra que pretenda estudiar de forma minuciosa ciertos temas y filosofar a profundidad, o ser un libro para ser analizado por eruditos que presumen de comprender a Kant, Schopenhauer, Nietzsche, Hegel… Pretende más bien, solo enseñarnos una perspectiva sobre la condena injusta de Sócrates, más allá de las cualidades que el lector le encuentre desde su subjetividad. De hecho, su comprensión no es lidiosa y es de esos libros por los cuales se puede comenzar a leer directamente a los filósofos –en este caso, a Platón.    

En el libro se habla constante de la sabiduría, la muerte... Al Sócrates estar expuesto a una condena de muerte, este se da a la tarea de expresar su tranquilidad ante la idea del más allá, puesto que para él, temerle a la muerte sin conocerla, es presumir de conocer algo que se desconoce. Y ya que no tiene pruebas de si es mala o buena, no se inmuta ante el pánico; la vislumbra con entusiasmo y optimista, creyendo que encontrará la respuesta al enigma que turba a muchos: ¿qué ocurre al morir? Esta pasión por el conocimiento que sobrepasa los temores, por medio de la curiosidad digna de un científico y filósofo, sumadas a la defensa del valor de la filosofía y de la sabiduría, expresados de forma serena y clara, hacen de la Apología de Sócrates una obra emotiva y afable que brinda perspectivas sobre estos temas, capaz de anidar esa sensación de asombro y reflexión en el lector.



  

lunes, 13 de noviembre de 2017

Reseña: "Ben-Hur", de Lewis Wallace

Ben-Hur” (título original: Ben-Hur: A Tale of the Christ, literalmente Ben-Hur: una historia de Cristo), es una novela épica, del escritor estadounidense Lewis Wallace, publicada en 1880.

Probablemente una obra cuyo nombre es famoso gracias a la película basada en esta. Pertenece también al género de Novela histórica, ya que se centra en un periodo histórico muy importante: los tiempos de Jesús, extendiéndose hasta los inicios del cristianismo. Se aprovecha de la historia para que la ficción al entrelazarse con la realidad, se confunda y consigan una emocionante historia donde las referencias y sucesos abundan con gotas de acción y drama.  
Durante las primeras líneas, se delinean los paisajes hebreos, por donde pasa un hombre el cual se describe con minuciosidad. Más adelante, dicho individuo se encuentra con otros tres semejantes a él, quienes viajaban por un mandato de fe proveniente del mismo Dios, quien le iluminó a cada uno, miembros de diferentes religiones (un indio; un griego y un egipcio). Nos enteramos, gracias al testimonio de cada uno, que, tales hombres eran Baltasar, Melchor y Gaspar –los tres reyes magos–. En esta parte la curiosidad se manifiesta, por la intervención de tales figuras dentro de la ficción.  
En los siguientes capítulos, se narra la travesía de aquellos en busca de aquel que había nacido Rey de los Judíos. No es hasta después de esto que, aparece la persona que le da título a esta novela: Judá, Ben-Hur.    
Judá es un muchacho de fe cristiano, de espíritu guerrero. Tras muchos años separados, su amigo Messala vuelve a Jerusalén, llevando cinco años de vivir en Roma. Al volver, su antiguo ser había desaparecido, puesto que había adquirido los dioses, pensamientos y costumbres del pueblo romano. Discutiendo sobre las diferentes deidades a las que alababan y sobre los logros de cada lugar, Messala hiere el corazón de su amigo, por sus arrogantes y pedantes palabras, las cuales humillaron al pobre Judá.
Ben-Hur, interpretado por Charlton Heston

A pesar de los años de ausencia, desde aquel día en que se volvieron a ver, esa amistad se rompió. Más adelante, mientras Ben-Hur se lamentaba en el techo de su casa, pasaba el emperador Graco en compañía de sus hombres, y en esas, por accidente, un ladrillo cayó sobre este. Messala le delata con fines malévolos y debido a esta malaventura, la familia Hur pasará al miserable martirio… Ben-Hur es condenado a la esclavitud, mientras que sus riquezas quedan en manos del gobernador. Y así, no vuelve a saber nada de su familia, siquiera si viven o mueren.

“El joven judío sintió afirmarse su resolución de aniquilar a toda costa a su enemigo; aunque tuviera que arriesgar su vida, le humillaría. Premio, apuestas, honores, amigos, todo aquello que excitaba a los otros no tenía para él interés alguno; todo dejaba de existir ante su implacable propósito de venganza.”

El punto del libro consistirá en la aventura agotadora por la que pasará Ben-Hur para huir de esa esclavitud, para así, conseguir sus dos anhelos. El primero, venganza de aquel que pisoteó su honor y le humilló sin piedad; el culpable de esa condena: Messala. Y, el segundo, recuperar a su mamá y su hermano, lo cual será lo más arduo. Además de ello, tendrá gran influencia en la historia el personaje de Jesucristo, puesto que, al enterarse el protagonista de que ha llegado el hijo de Dios al mundo, desea buscarle para venerarlo, entusiasta de conocerle.  Jesús pasará incluso a ser un personaje más, encargado de conectar y guiar la historia hacia su fin, participando en ella de manera considerable.   
Uno de los factores más destacables del libro es precisamente ese ingenio que tiene el autor para relacionar la historia con la ficción, donde, sin importar la religión que tenga el lector –o aunque no sea creyente–, termina envuelto por cómo interfiere la realidad en el drama. Gracias a esto, podemos adquirir conocimientos sobre aquellos tiempos: las costumbres, pensamientos y demás. Nos enteramos de las discusiones constantes de entonces, como la creencia en que el rey de los Judíos, más que un humilde sería un guerrero con corona; o, los conflictos que se daban entre los diversos pueblos, como Grecia, Roma, Jerusalén… debido a la divinidad bifurcada en cada zona.

Las pasiones que se desatan durante el transcurrir de las aventuras, aviva la emoción, que por momentos pueden verse heridas por la densidad de algunos capítulos y los diálogos, que, para algunos, como cualquier clásico épico, parecerán lidiosos, o para otros, cargados de un lenguaje hermoso.  
Historia, amor, venganza, acción, drama… serían las palabras que mejor describirían esta obra. El libro de Lewis Wallace, podrá crear distintas opiniones: unos la considerarán una intensa aventura, y otros una obra que por momentos se hace densa. En mi caso, me gustó mucho, por su detallista prosa; su léxico; sus personajes llenos de sentimientos; sus referencias históricas que intervienen con el drama ficticio, que se tornan sorprendentes… aunque deba reconocer que por instantes, me sentía en el mismo lado de quienes se les hace denso el libro en ciertas partes.  


   

lunes, 6 de noviembre de 2017

Libro y película: "El retrato de Dorian Gray | Diferencias


El retrato de Dorian Gray”, el libro de Oscar Wilde que comparte nombre con la adaptación cinematográfica de Oliver Parker –esto es lo más semejante a la novela, puesto que la película posee numerosos cambios notables–. Varios actos que se realizan en la novela aparecen también en la cinta, empero con una causa distinta.  
Empecemos por destacar lo más obvio: las emociones descritas por la prosa de Wilde, en la película pasan desapercibidas, donde los sentimientos de los personajes no son explicados de forma tan explícita y a veces parece que hasta los sucesos transcurriesen muy rápido. Eso y la agregación de incontables escenas sexuales, incluyendo escenas homosexuales. No obstante, esto es algo justificable, ya que si bien en el libro, el escritor no recurre a la más mínima escena sexual, sí es algo que podría inferirse y que debe estar en la película para que tome más carácter, sin contar el exceso de estas. Pero, ha de reconocerse que en el libro jamás es supuesta una escena sexual homosexual –si por aquellas fechas en que el libro fue publicado, Dorian fue criticado fuerte por el mero hecho de cómo creó a Basil, hubiese podido haber muerto por incluir la más diminuta parte de un coito homosexual–. Además, dicha escena que menciono, es realizada entre Dorian y Basil, cosa que en cambio no hay forma de cómo inferirse, ya que en la novela las relaciones entre estos dos amigos, llegan a un punto de distanciamiento tal que no brindaría la oportunidad de tales sentimientos.
"Ben Barnes", interprete de Dorian Gray

La obra comienza con una charla entre Basil y Lord Henry Button; mientras que en la película, comienza con la llegada de Dorian a la ciudad y eso que en el libro cuando se comienza la historia, Dorian ya estaba en la ciudad. Este conoce a Lord Henry en la casa de Basil, mientras que en la cinta lo conoce en una fiesta, semejante a cómo conoció a Basil. Y ello lleva a decir que se prescinde de aquella admiración que Basil guarda por Dorian y este rasgo pasar a ser un tanto más superficial en la película. Y cabe resaltar, que el coito entre el pintor y el joven apuesto no es producto de un amor mutuo, sino de un mero impulso de lascivia desenfrenada de este último.  
No obstante, es de laurear la actuación de los actores principales.
Siendo así, pasemos a otro personaje discreto, aunque importante: James Vane, el hermano de Sibyl Vane. Este es el encargado de vengar la muerte de su hermana, atentando contra la vida del joven Gray, cuando este se encuentra cerca de su final. De hecho, en la película, además de que omiten el detalle sobre si la muerte de Sibyl fue suicidio o no, también omiten la mala actuación que tuvo en la noche que Basil y Lord Henry fueron a verle. En lugar de eso, excusan que Dorian no fue por quedarse en una orgía, culpa de Henry y al llegar tarde discute con Sibyl porque le descubrió olor a otra mujer. Y así, logran evitar la parte de la mala actuación de la muchacha. En la cinta, tanto James como Sibyl saben del nombre real de Dorian, en lugar de llamarle “príncipe azul” o “príncipe encantador”. Y como saben de eso, fácilmente cuando Sibyl muere, el hermano llega a la casa de Dorian y le amenaza, hasta que años después –como en el libro–, le encuentra para vengarse, mas es engañado por la astucia y longevidad de Gray.  
En la adaptación agregan un viaje que realiza Dorian durante años. Al volver es que todos quedan anonadados por ver que aún conserva su belleza, mientras que ellos envejecen de forma irremediable. Por su parte, la novela se encarga de no recurrir a este salto; hace que los personajes sean testigos día a día de la hermosura eterna de Dorian, y descubren en cada amanecer aquella bendición –y maldición– que solo el muchacho posee, asombrándose no una vez tras varios años, sino siempre, en cada día con el pasar de los años. En su regreso del viaje, muestran a Dorian visitando la tumba de Sibyl. Es ahí cuando se encuentra con James, que le amenaza con un arma –como sucede en la obra, cuando va a ese centro de opio y una mujerzuela le llama “príncipe azul” y entonces lo reconoce–. A pesar de este cambio, la forma en que Dorian huye es la misma: aprovecharse de su juventud para engañarlo, haciéndole creer que tiene veinte años. Aunque esta escena se sintió muy fría, por el corto dialogo:

-He estado esperando esto muchos años. Sabía que volverías (esto le dice James mientras le apunta con la pistola).
-¿Cuántos años? Mire mi rostro. Tengo apenas veinte años.
Y así, James solo se lamenta y dice que casi comete un error y Dorian huye raudo.

James, algo parecido con el libro, muere cuando intenta matar luego a Dorian. Pero no por el disparo accidentado de un cazador, sino porque persiguiendo al muchacho, este se mete en un subterráneo y al caer al piso, entre dos vías de tren diferentes, estando él en una y James apuntándole parado en la otra, da la fortuna que por la vía donde estaba parado James pasa un tren, arrollándolo y él logra salir ileso.
Hay otros pequeños detalles como la omisión de la historia de los padres del protagonista y la omisión de sucesos transcurridos en el teatro donde actúa Sibyl Vane.  
A la izquierda, "Colin Firth", interprete de Lord Henry.

Entre uno de los cambios más importantes está la agregación de nuevos personajes, entre los cuales el más destacable es la hijo de Lord Henry –en el libro Lord Henry no llega a tener hijos–. Esta sirve como punto de conexión entre Dorian y el arrepentimiento, ya que en la obra nos dejan ver que al final, Dorian Gray, pese a sus pecados, se lamenta de ellos y desea cambiar. En la película es mediante esta chica que nos percatamos de eso, luego de que, entre los dos se empiecen a encontrar emociones, que llevan a que Dorian le confiese que él no es bueno y siente a veces pena por sí mismo, llegando inclusive a querer casarse.
Sin embargo, esta boda, crea una bifurcación ajena también a la obra, que consiste en el rompimiento de la amistad entre los inseparables Lord Henry Button y Dorian. Henry, en su papel de padre protector, hace que vea entonces con malos ojos al joven longevo, por lo que la amistad llega a correr peligro.

Además, es el mismo Henry quien se encarga de la muerte de Dorian Gray del retrato, cuando, a diferencia de la novela, donde es Dorian quien muere al apuñalar el cuadro, Henry encierra al joven Gray y antes de que su hija llegue para salvarlo, incendia la habitación, pudiendo ver la verdadera alma del desdichado antes de que muriese.  

lunes, 23 de octubre de 2017

Reseña: "Calicalabozo", de Andrés Caicedo

«Caicedo es el eslabón perdido del boom. Y el enemigo número uno de Macondo. No sé hasta qué punto se suicidó o acaso fue asesinado por García Márquez y la cultura imperante en esos tiempos. Era mucho menos el rockero que los colombianos quieren, y más un intelectual. Un nerd súper atormentado. Tenía desequilibrios, angustia de vivir. No estaba cómodo en la vida. Tenía problemas con mantenerse de pie. Y tenía que escribir para sobrevivir. Se mató porque vio demasiado»
Alberto Fuguet, sobre la muerte de Andrés Caicedo.

Calicalabozo”, es un libro que recopila quince de los cuentos más famosos del autor Andrés Caicedo, que escribió durante su corta vida y publicado de manera póstuma.
El nombre de Andrés Caicedo quizás resulte desconocido para aquellos que no sean colombianos, puesto que es de ese tipo de autores que, pese a su calidad literaria, el apogeo de su fama recae en su país natal, mientras que pasa inadvertido en otros lugares.
Hablar de Andrés Caicedo, es inherentemente hablar a la vez de Cali, su ciudad de origen y donde se desarrollan cada una de las historias de este libro. Andrés, es correcto decir que amaba su ciudad, mas también la criticaba bastante, debido a los problemas sociales que esta presenta. Y son estos problemas sociales los temas centrales de su obra, al menos en el caso de esta. Andrés fue una persona muy apesadumbrada en vida, cargador de numerosas crisis existenciales, en la cual no se sentía bien viviendo tanto, por el sufrimiento que esto conllevaba para él. Pues según él “vivir más de 25 años es una insensatez”. Defensor del espíritu adolescente, creándose en una época de rock and roll, cine, y presentándose el umbral del “boom latinoamericano”, vivió entre 1951 y 1977, consiguiendo su meta de fallecer a los 25 años, el mismo día en que se publica su única novela completa: “¡Qué viva la música!”.   
Vemos en estos cuentos, que fueron escritos entre 1966 y 1974, donde nos topamos con cuentos que se desarrollando en una atmósfera donde nos topamos con el cine, las relaciones de pareja, tristezas y sueños, protagonizados sean por hombres, mujeres heterosexuales u homosexuales. 
De entre los quince cuentos de Calicalabozo, mis favoritos son:
Infección”, que más que un cuento es una confesión en prosa poética, donde Caicedo desvela su dolor, tristeza, miseria y odio por aquellos agobios de la vida, tales como el amor, la amistad, la hipocresía, la imposibilidad y demás angustias. De segundo, “Los mensajeros”, que habla sobre el abandono y el olvido en el que ciertas personas han sumido a Cali, por culpa de la deshumanización y los cambios que se presentan por culpa de los avances, en donde se ve afectada la cultura. En este cuento hay dos protagonistas que cuentan la historia en forma pasada, recordando el antaño de su adolescencia, la cual añoran, mientras esperan a “los mensajeros”. Y de tercero,  pondría “Destinitos fatales”, que es el último cuento de la colección; narra tres actos diferentes en los cuales, los personajes, en breves palabras, encuentran destinitos fatales... Ubico a este, lamentándome de no poder poner también a todos los demás, ya que cada una de las ficciones logró cautivarme y explorar una nueva narración en la literatura colombiana que, sin duda, me atrevería a decir, aunque pudiese sonar pedante que, no tiene nada que envidiarle a García Márquez, quien, igualmente colombiano, logró sobresalir más que el desdichado Caicedo, quizás por la temprano muerte de este. Sin embargo, es mejor no caer en comparaciones absurdas e innecesarias entre ambos.   
En estos cuentos se tocan temas inusuales además, como el canibalismo; u otros más comunes como: el crimen; la desdicha; el placer sexual; la añoranza y el anhelo; contados de una forma magistral.  
El pobre Andrés Caicedo, pese a su perspectiva de la vida y la zozobra e incomprensión que cargaba consigo, en pena y soledad, mantuvo un humor admirable, junto a su personalidad y opinión sobre la existencia y las cosas que ocurrían durante esta. No obstante, por desgracia, su suicidio victorioso a tan corta edad, le retuvo de alcanzar la fama que deja ver en Calicalabozo de la que es digna. Aun así, pienso que esto no le interesa a Andrés Caicedo, en el sentido de que era un escritor que escribía sin pretensiones y como recurso de desahogo, ya que desde muy pequeño se empeñó en dejar toda su obra preparada y bien diseñada, como si estuviese preparando su final. Era alguien preocupado por su obra y por su ciudad, que se entremezclan a leerle.

Investigando desde hace años sobre escritores colombianos, me topé con él. Su biografía me inquietó y mediante esta, pudo sembrar en mí la semilla de la curiosidad, por lo cual seguí buscando información sobre su vida, su obra, su pensamiento… hasta que por fin tuve la oportunidad de acercarme a leer uno de sus pocos libros. Y fue una experiencia grata.  
Podrán a algunos no gustarle sus ideales de vida, o toparlo por anormal o loco; empero, no se puede negar el valor literario de su obra y es por ello que Calicalabozo es un libro que recopila cuentos de calidad, creados de forma singular; algo diferente y que recoge la esencia del autor en sí.  




lunes, 16 de octubre de 2017

Reseña: "Otelo: el moro de Venecia", de William Shakespeare

Otelo: el moro de Venecia”, u “Othello: el moro de Venecia” (título original: The Tragedy of Othello, the Moor of Venice), es una obra de teatro, escrita por William Shakespeare. Es una de las más famosas tragedias de este.

William Shakespeare, el autor más estudiado en toda la historia; descrito como el máximo exponente, y por el cual todo lector debería pasar. Aquel clásico indispensable para el amante de la literatura, cuya influencia ha persistido y persistirá quizás hasta que el hombre deje de leer. Bajo esta perspectiva sobre él, me interesé en por fin leer una de sus obras. No quería empezar por Hamlet, que es la más aclamada, ya que prefiero dejar las obras cumbres de los escritores para el final, cuando deseo adentrarme en su literatura a profundidad; en su lugar, comenzar con algo menos complejo pero igualmente bueno. Por ello, decidí elegir a “Otelo”; con lo cual, hice una elección satisfactoria.
La historia gira en torno a Otelo, el respetado moro de Venecia, quien, enamorado de Desdémona, consigue sobrepasar las fronteras del padre de ella y hasta planear el matrimonio. Sin embargo, por desgracia, ese amor se verá envenenado por los celos.  

“¡Ah, cuídese de los celos, mi señor! Es el monstruo de ojos verdes que se burla de la carne que alimenta. Suerte la del cornudo que, ante la certeza de su condición, ya no ama a su esposa infiel. ¡Pero qué minuciosa condena la de quien ama, pero duda, y la de quien sospecha pero ama con devoción!”
Tercer acto

Por culpa de terceros, quienes empiezan a infectar la mente del desdichado Otelo. Rodrigo, quien también está enamorado de Desdémona, mas no consigue hacerse con su amo, a diferencia del moro, se alía con Yago, el alférez de este, uno de sus hombres más apreciados y de confianza. Entre ambos bregaran porque sea Rodrigo quien derroque a Otelo del corazón de Desdémona. Yago le apoya con el fin de provocarle el mal a Otelo, por el odio que guarda hacia él, producto del rencor. Y mediante Yago, como heraldo de la desgracia, el matrimonio se verá perjudicado por los monstruoso celos. Yago al ser tan cercano al moro, fácilmente le engendra aquellos celos fatídicos.  

“¡Y ahora álzate, negra venganza, del infierno cavernoso! ¡Amor, rinde al odio tiránico tu corona y el trono del corazón! ¡Hínchate, pecho, con tu peso, que es de lenguas viperinas!”
Tercer acto

El libro, como ha de haberse percatado ya, trata el tema de los celos. Pero no de manera superficial, sino a profundidad, viendo en la historia el reflejo de las calamidades provocadas por esta viperina quimera, capaz de ultimar el amor de cualquier relación. Esto, mediante una narración y vocablo bello. El estilo y lenguaje de Shakespeare fue lo que más me atrapó y que hizo que me lo leyese en dos días, sintiendo gran drama y emoción durante las partes finales, acompañados de una satisfacción al acabar el libro, que solo da un libro que cumplió con las expectativas esperadas por su lector.
Es de destacar la forma en que se refieren a Otelo, evitando caer en la discriminación, puesto que para las fechas que el libro fue escrito, era muy común –y especialmente en la literatura británica– que los moros y negros fuesen descritos de forma demasiado peyorativa.  
Creo que Otelo es una obra acertada para empezar a leer a Shakespeare, claro que podría no interpretarse de igual forma que como se interpretaría tras releerse y haber ya pasado por las títulos del mismo autor –claro que otros podrían recomendar comenzar por otro más apto–. “Otelo: el moro de Venecia”, fue un excelso libro que logró que fascinarme y llamarme a leer más del mismo escritor.  

lunes, 9 de octubre de 2017

Reseña: "Madame Bovary", de Gustave Flaubert

Madame Bovary”, es una novela publicada en  1856, por el autor francés Gustave Flaubert.

Una obra que es considerado por muchos, tanto lectores como escritores, un magnifico clásico de la literatura, que logra una narración esplendida y esplendidas emociones. Desde Henry james hasta Vargas Llosa la han elogiado. La protagonista, al igual que el libro, dicen que, o los amas o los odias, debido a los hechos que se desenvuelven durante la trama por parte de su personaje principal. No porque está mal escrita, sino por cierto valor ético o moral, relativos a su actitud.    
Como su nombre lo indica, la novela cuenta la vida de Emma Bovary. Al principio se nos muestra la historia de un hombre pobre y no muy vivaz, llamado Charles Bovary; un médico, que viaja a Tostes y allí atiende a un hombre enfermo, el cual después, vista la relación que tenía con su hija, se la entrega en matrimonio a Charles. Dicha mujer se llama Emma, y se convierte en la señora Bovary. Ella llevaba una vida entregada a los libros, leyendo infinidad de novelas románticas, donde las pasiones pululaban fogosas, creando en ella ilusiones y utopías sobre el amor. Creyendo por ello, que al casarse, podría hacer de su cotidianidad una réplica bella de aquellas novelas que se dedicaba a leer, esperanzadora.  

“Habituada al sosiego de la vida se sentía atraída, por contraste, por sus aspectos turbulentos. Si le gustaba el mar era a causa de sus tempestades, y el verdor de los campos solo cuando brotaba salpicando entre ruinas. Necesitaba poder extraer de las cosas una especie de provecho personal y rechazaba por inútil todo cuanto contribuía al consumo fulminante de su corazón, y siendo como era de condición más sentimental que artística, prefería emociones a paisajes.”

No obstante, los anhelos creados a costa de ignorancia disfrazada por las novelas de amor, no son suficientes para alterar la realidad, ni para saciar a Emma. Al contrario, solo sirvieron para que la realidad le desilusionase, puesto que al contraer matrimonio, ve que la vida no era como ella se la esperaba. Charles, su esposo, no resulta ser aquel esposo que ella deseaba y que se imaginaba a base de las ficciones. Ella deseaba pasiones, empero no consiguió tal cosa. Por lo cual, abrumada por el agobio de su existencia que, pese a estar en pareja, se torna solitaria, ya que su esposo no es un hombre que le inspirase amar, gracias a otros hombres Emma comienza a regar sentimientos semejantes a los que deseaba. Y, pese a que se niegue a sucumbir a la tentación del engaño, termina traicionando sus botos, entregándose al amor proveniente de terceros.
Su aburrido amor la lleva a engañar a su esposo, y por lo cual, pese a las frustraciones, Emma tiene diversos amantes con los cuales intentará saciar su desilusión y sus utopías novelescas. Algunos podrán odiar a Emma por ello; en cambio otros la amarán. En mi caso, yo no pude odiar a Madame Bovary, gracias a la prosa con la  que Flaubert describía esas pasiones de Emma, transmitiéndome los mismos sentimientos de ella, haciendo que me apegase mucho a la historia. Sin embargo, por momentos me causaba enojo el comportamiento suyo con Charles. Esto porque, aunque Charles no es el mejor ejemplo de amado, él intentaba a veces brindarle cariño –siendo tarde para ello–; mas la reacción de evitación de Emma, me generaba lástima por él.
El libro se divide en tres partes. La primera parte es la introducción y formación del matrimonio Bovary; la segunda explica el sufrimiento de Emma y las primeras muestras de su infidelidad; mientras que en la tercera (y a mediados de la segunda), podemos apreciar a la perfección cómo cambia la vida de Emma, por sus amantes. Debo aclarar que no es que tenga varios amantes a la vez. Si no que conocerá a más de uno, que llegaran cada uno a su debido tiempo.

“Y se preguntaba también si no habría sido posible por algún capricho de la suerte, encontrar otro marido distinto. Y procuraba imaginarse cómo habrían discurrido esos acontecimientos que no habían tenido lugar, cómo podría haber sido esa vida diferente, ese hombre al que no había llegado a conocer.”  

Cuando empecé a leer la novela, me estaba desesperando, no porque fuese mala o sus personajes fuesen irritantes, sino porque al oír tantos elogios sobre ella, yo quería toparme inmediatamente con la acción y el drama. Y me estaba resultando frustrante, ya que al comienzo, la narración es lenta –porque así lo exige–, ya que es, como indiqué, la introducción al matrimonio. Por esto, la obra, al principio puede no enganchar a aquellos que buscan novelas que pasen deprisa a la acción y el drama. Se dedica más a anidar los sentimientos durante ese momento que a crear problemas. Eso no quiere decir que me haya resultado aburrida; al contrario, se me hizo llena de pasiones y melancolías, las cuales, gracias a la prosa pude saborear y disfrutar bastante. Solo que tuve que guardar paciencia, hasta que llegase en verdad el desenvolvimiento de las angustias.  
Por ello, pensé que no iba a disfrutar de ella, y antes de acabar la primera parte, decía “dónde está aquello que Vargas Llosa describe como «una obra maestra, escrita a partir de alguien que no tenía talento y que va construyendo su talento a base de perseverancia».”

Sin embargo, al terminarla, quedé maravillado. Si bien no la aprecio tampoco como la mayor obra que haya leído, sí me conmovió mucho la vida de Emma. Y de decir que, lo más destacable que encuentro en ella, es, sin duda alguna, además del drama, la bella y poética prosa con la que Gustave Flaubert la escribió. Como dijo Vladimir Nabokov: «estilísticamente es prosa haciendo lo que se supone que hace la poesía». Aunque esto pueda sonar de forma peyorativo desde cierta perspectiva, es preciso citar a Milan Kundera: «No fue hasta la obra de Flaubert que la prosa perdió el estigma de inferioridad estética. Con Madame Bovary, el arte de la novela ha sido considerado igual al arte de la poesía».
Gustave Flaubert, autor de una obra aclamada por millones, consigue con su prosa y sus sentimientos, la creación de un libro como Madame Bovary, que me maravilló, por cómo está construido y que sé que a más de uno gustaría.   




sábado, 30 de septiembre de 2017

Diferencias entre la Ilíada y Troya

La “Ilíada” y “Troya”, dos creaciones memorables y apreciadas por la crítica. Tanto la epopeya escrita por Homero, como el film dirigido por Wolfgang Petersen y protagonizado por Brad Pitt, si bien giran en torno a la misma trama, la adaptación se aleja de su base.



Primeramente, se debe aclarar que, aunque la película “Troya” esté basada en la “Ilíada”, “Troya” va más allá de la obra, y no es solo en el cambio clásico que se le suelen hacer a las novelas, al ser llevadas al cine, para poder desarrollar más cómoda la historia. La cinta, cuenta, además de la cólera de Aquiles, también el comienzo y final de “la guerra de Troya” (alterada igualmente); en la Ilíada solo se habla del enojo y ausencia del de los pies ligeros.   
Por ende, en la obra, el umbral es el rapto de Criseida, hija de  Crises, a manos de Agamenón. En el filme, es el encuentro entre el ejército de Agamenón y el rey de Tesalia. Ambos acuerdan que de cada bando salga el mejor hombre en representación de su ejército y quien gane, a la vez ganará su tropa. Agamenón llama a Aquiles, y el rey de Tesalia a Boagrius (similar a la disputa de Menelao y Paris). Tiempo después se explica el origen de la guerra, que se origina debido al rapto de Helena. El origen del pleito, en el poema como tal, no es mencionado, salvo que venga en la introducción del libro.
En la Ilíada, Aquiles decide abstenerse de pelear, ya que Agamenón, al devolver a Criseida al sacerdote, hace suya a Briseida, sin importarle que ésta ya fuese esclava del semidiós y eso lo enoja; provocando así “la cólera de Aquiles”. En la cinta, no existe ningún rapto de Criseida. Briseida, es quien, al igual que en la obra, es raptada y dada a Aquiles y arrebatada por el arrogante Agamenón.   
Patroclo, en lugar de ser el mejor amigo de Aquiles, en la película es su primo. 
El acuerdo que hay entre ambos pueblos durante la lucha, de que Menelao y Paris pelearan y el ganador se llevaría las mujeres y riquezas del pueblo contrario según la epopeya–, en la cinta no ocurre igual. En la Ilíada, cuando Menelao va a dar muerte a Paris, el troyano sobrevive, salvado por Afrodita, quien lo aleja del área de combate. En el filme, cuando el aqueo está a punto de dar el último golpe funesto a Paris, éste huye, arrastrándose de rodillas hasta donde su hermano. Menelao, enojado por el deshonor de Paris, le reclama al hermano, pero éste, al tratarse de su familiar, lo defiende y cesa el enfrentamiento. El griego, enfurecido, se acerca a ellos y cuando dirige su arma hacia Paris, Héctor lo mata por defender a su hermano. En la Ilíada, durante toda la historia, Menelao, contrario a lo dicho anteriormente, no muere.   
En la obra, los sucesos y los conflictos que ocurren durante los 51 días en que se desarrolla la trama, son narrados de manera más minuciosa y extensa. En la adaptación se omiten muchas situaciones, enfrentamientos y acortan los diálogos. Esto último es entendible y muy conveniente para la calidad de la película, puesto que, habiendo diálogos en el poema que abarcan hasta más de una página, esto no sería muy agradable en una recreación, donde, más que figuras literarias, adjetivos y sustantivos, se quiere ver imágenes. En la adaptación se elude la intervención de los dioses; por ejemplo: Aquiles degüella una estatua de oro de Apolo y Apolo no responde ante tal injuria. En la película, como en la vida real, dichos dioses y divinidades solo se les hace mención, mas nunca actúan o se les puede presenciar. En cambio, en la epopeya, los dioses sí intervienen bastante en la guerra, siendo ellos fundamentales en el desarrollo de la historia.    
En la adaptación se excluyen, además de los dioses, a muchos personajes mortales, por ejemplo: Diomedes, valiente en la pelea (quien, en la obra, hace hazañas tan sorprendentes como herir a dos dioses); Antíloco, Polidoro, Idomeneo y demás. En el caso de los Ayante o Áyax (Áyax el Grande y Áyax el Menor), en “Troya”,  en lugar de ser dos personajes de igual nombre, solo hay un guerrero con dicho nombre. En la representación gráfica, éste muere gracias al acero de Héctor. En el libro ninguno de los Ayante muere; de hecho, en una ocasión, Áyax el Grande está cerca de matar a Héctor.
Hay una parte del poema en  que los troyanos llegan a invadir las naves de los aqueos, provocando  Gran zozobra en el ánimo y en las esperanzas de los griegos –es en esta ocasión cuando Áyax el grande, deja casi muerto a Héctor, al arrojarle una gigantesca piedra–. Aunque, con la ayuda de Poseidón, consiguen atravesar tal momento y no morir en sus naves por culpa de la invasión de los troyanos. En la película, dicha invasión no se recrea. Sin embargo, hay un momento en la cinta en que, al campamento de los argivos llegan sorpresivos ataques, los cuales podrían ser comparados con la invasión hecha en la Ilíada, pero estos resultan ser menos peligrosos y dramáticos que en el libro.
Como mencioné líneas atrás, el desarrollo y los sucesos pasan muy rápido en comparación con la base original de la adaptación. Patroclo, en lugar de pedirle prestada a Aquiles su armadura como en la epopeya–, la hurta e incita a los mirmidones a luchar, aprovechando su similitud con el de los pies ligeros, cosa que en el poema, fue hecho con el permiso y consentimiento de Aquiles. Patroclo muere, atravesado por la lanza de Héctor, siendo éste el único que llegase a tocarlo en su fallecimiento. Después de ello, Odiseo rinde tregua hasta el siguiente día, debido al luctuoso momento. Esto ocurre en la obra, hasta cierto punto; puesto que, Homero, en su creación, escribe que Patroclo muere a manos de Héctor, pero es más minucioso. En la película omitieron detalles del óbito de Patroclo: antes de morir, es golpeado por el dios Apolo, luego herido por Euforbo y finalmente dado de baja por Héctor. Y, su muerte se debe a que se adelantó mucho hasta zonas troyanas, muy cerca, rodeado por los enemigos; en la cinta no muestran tales detalles. En la obra, también, Héctor lo despoja de su armadura y se hace dueño de ella; a la vez, hay una disputa por el cuerpo del difunto, hasta que, gracias a Aquiles y Áyax el Grande, el cuerpo queda en manos de los griegos. Mientras que, en “Troya”, Héctor le quita el casco y justo ahí es que se percata que no es Aquiles sino Patroclo y deja el cuerpo vestido en su lugar, y en ese instante es que Odiseo propone la tregua hasta la siguiente puesta de sol.  Los juegos funerarios en honor a Patroclo, fue otro tema que no se recreó. Al igual que, tampoco se mostró que Aquiles cada vez que salía el sol paseaba el cuerpo del hijo de Príamo.  

En el libro, cuando el de los pies ligeros regresa al combate, después de su ira, este acaba con la vida de muchos troyanos; mas en el filme, solo se enfocan en la parte cuando asesina a Héctor.
En la película podemos apreciar mucho más la personalidad de Aquiles y diversos personajes, más que en la Ilíada. Eneas, a quien Paris le brinda la espada de Troya al final, tiene menos participación que en la obra.    
Al no haber interacción de deidades –salvo Tetis, que aparece al comienzo únicamente–, Aquiles no le pide a su madre ninguna armadura nueva, ni hay siquiera mención de Hefesto, el ilustre cojo de ambos pies, quien crea la armadura y armas del pelida en la obra; excluyendo también esas partes del poema. Por ende, tampoco se muestra como Hermes ayuda a Príamo para que pueda rescatar el cuerpo de su hijo. Simplemente muestran a Príamo llegando a la morada del semidiós y éste le ayuda a cargar el cuerpo, para que se lo lleve a Troya y puedan hacerle los homenajes que se merece un hombre como Héctor.

La Ilíada concluye en los homenajes a Héctor; mas en la recreación, como dije al comienzo, ésta llega hasta la conclusión de la guerra de Troya: la memorable escena del caballo, la muerte de los habitantes de Troya y del audaz Aquiles.    

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Reseña: "Medea", de Eurípides

Medea” (título original: Μήδεια), es una tragedia griega, escrita por Eurípides, presentada en el primer año de la Olimpiada 87ª (431 a. C.), donde adquirió el tercer puesto. Es uno de los principales libros de la tragedía griega, en especial para aquellos que quieran iniciar a leer ese tipo de obras. 
Medea, desdichada y apesadumbrada por la traición cometida por su esposo, Jasón, quien decide dejarla por la hija del rey Creonte. Ella interpreta esto de la forma más zozobrante posible, infiriendo que Jasón, el hombre por quien incluso dejó su tierra, había faltado a aquel amor falso que le juró y ante ello, colérica, la mujer planea su venganza, en la cual buscará afectar fuertemente y en especial a Jasón.
(Escena final). Medea, enfrentándose a Jasón, a punto de escapar, ayudada por Helios.


Creonte, queriendo evitar incidentes nefastos por la pena que exacerba a Medea, le destierra; empero, esta, astuta y rauda, le pide que le otorgue un día de plazo para marcharse. El rey, incauto, cae en la trampa sin sospechar que, en realidad, quería tal lapso para organizar de la manera más exacta y vil sus planes, los cuales consistían en lo siguiente:
Haciendo creer a todos, que estaba arrepentida y ahora se había despojado del enojo y el lamento, resignada, le regalaría a la nueva mujer de Jasón, una corona y un peplo, envenenados de tal manera que con el mero contacto, podían ocasionar una muerte atroz en el desdichado que se los pusiese. Aunque, la rabia de Medea no se limita al exterminio de su rival fémina. No; también, puesto que su cometido era herir a Jasón, sin importar cómo, planea a la vez, acabar con sus propios hijos que tuvo con él, sin importarle que sean sus descendientes, los cuales dio a luz ella misma, nacidos del amor que alguna vez tuvo con aquel hombre.
Como aquel amor había muerto y ahora era solo la cólera y el resentimiento lo que germinaba en su alma, siendo importante, no sus hijos ni su crimen, sino, el mero hecho de vengarse de aquel hombre que le traicionó.

Medea no es solo una mujer encolerizada que quiere hacer sufrir a su marido, resentida por una traición. Es más que ello, también ataca contra las limitaciones o perspectivas negativas que la sociedad le impone a la mujer, menospreciándola. Medea, es el grito de una mujer valiente, astuta, hábil, siendo el personaje por el cual la voz de Eurípides, camuflada en una mujer atrevida, exalta a la desdichada mujer que se enfrenta a diversas adversidades y complejos ante una sociedad injusta. Además de ello, como fácilmente se observó, toca el tema de la venganza y los conflictos conyugales y su afectación en terceros.  
En esta obra, los versos escritos por el autor, brindan una lectura en la cual, las voces de os personajes transmiten verdaderas pasiones y pensamientos, y, pese al uso de Deus ex machina, resulta gratificante para el lector, certera y esplendida. En sus primeros años, la obra de Eurípides causó mucha polémica. Hoy en día sigue haciéndolo, por la interpretación o análisis limitado al que algunos la someten, donde hay más que una mera “loca que decide arremeter contra sus propios hijos, por los celos y el resentimiento inmaduro”, como algunos creerán.